¿Te acuerdas de la frase: “Señor, dame paciencia, pero, ¡ya!”? Te rondará la cabeza durante esta hora. Que si el vecino da martillazos, que si pasa el camión de la basura y no puedes oír la televisión, que si están haciendo obras en la calle, o gritando y armando escándalo, que si el televisor no va y te entran ganas de arrojarlo por la ventana. Hay tensión, te enfadas o los demás se enfadan, y contestan en tono brusco y poco amable. Se rompe un vaso, la puerta se cierra de un portazo o chirría, tropiezas con un mueble, te entran ganas de ir a más velocidad y de apretar el pedal de aceleración. ¿Por qué la gente grita tanto y hace tanto ruido, señor?

Si te pones a limpiar la casa, genial, porque te cundirá más que de costumbre. Y acabarás las existencias de lejía, sal fuman o vinagre para quitar la cal. Si te pones a ordenar armarios, la mitad de las cosas acabarán en la basura. Y si te gusta hacer deporte o caminar, ¡esta es tu hora! Ponte los guantes de boxeo o las zapatillas de deporte, y a disfrutar.